EDITORIAL: Queremos regresar al pasado.


EDITORIAL

Queremos regresar al pasado.



Allá en el viejo continente, en 1982, nuestra nación haría una de las proezas deportivas más grandes de su historia. Quizá la más grande a nivel de selección en el deporte más importante y apoyado en el país. Visitamos terreno español y logramos empatarle al equipo anfitrión en el mundial de fútbol.

Es probable que no sea una historia tan larga de contar o considerada como algo extraordinaria por personas ajenas a Honduras. Para nosotros, decir que logramos empatar con España, en el partido inaugural de aquella justa mundialista, y posteriormente empatamos con Irlanda del Norte es algo maravilloso.

36 años después, sólo vivimos en la memoria. La selección nacional de Honduras no parece tener la mínima aspiración a la gloria en un futuro próximo.

Material humano no puede ser la excusa, pues tenemos de sobra. La exquisitez de Jhow Benavidez, Andy Nájar, más las joyitas Christian Cálix, Deybi Flores, y el “tambito” Acosta además de Allans Vargas, Marcelo Pereira entre otros en defensa nos dan un futuro prometedor.

Como bastiones en la portería tenemos con mucha tinta por escribir en sus carreras futbolísticas a  la “Buba” López y al “Pipo” López.

Alberth Ellis y Rigoberto Rivas nos dan una esperanza en la artillería.
Sin embargo, por más pinta de excelencia que los pupilos de este deporte puedan tener, se ven opacados por las múltiples deficiencias que las labores administrativas del balompié tienen en Honduras.

Lo que está a la vista no ocupa anteojos. Con sólo tener a dos expresidentes de la FENAFUTH encarcelados en Estados Unidos nos da una idea de a lo que se dedican los directivos cuando llegan a los asientos de poder.

Y no sólo se queda en la corrupción latente, sino que no se dedican tan siquiera un poco al apoyo del deporte rey.

Las instalaciones para realizar actividad física en Honduras son deplorables en general.
Tomemos un momento para pensar siquiera en algunos estadios que se han presentado en la Liga Nacional. Las canchas en Tocoa y en Santa Rosa de Copán parecían, a una escala más grande, uno de esos estadios de pueblos recónditos donde sólo están las porterías y es un potrero, repleto de lodo.

Ni siquiera las canchas de entrenamientos en otros países son tan malas. Y ni digamos de otras estructuras necesarias, como camerinos de primer nivel, centros de alto rendimiento, escuelas de fútbol estatales, clínicas de atención al futbolista; todo eso no existe.

Tenemos tanto por invertir, tanto en qué avanzar. Es más, todo empieza desde abajo, desde los más chicos que dan sus primeros pasos en el fútbol.

Qué hermoso sería ver en Honduras que los más pequeños recibieran incentivos para continuar en un buen camino y llegar a ser grandes deportistas. Que recibieran implementos deportivos, que tuvieran lugares propicios para entrenar.

No digamos si existieran academias de fútbol y se le diera la oportunidad a jóvenes de todos los barrios, colonias y aldeas, para llegar a probarse y demostrar talento. Posteriormente la misma academia podría permitir que existiera la posibilidad que a los prospectos los contrataran equipos de Liga Nacional.

Es bonito que nos pongamos a soñar, pero la realidad en nuestra nación es muy diferente. Nuestro equipo nacional hoy por hoy no está en condiciones de hacerle frente a una competición fuerte.
Es increíble, pero no tenemos ni un entrenador designado para el momento, y el que tuvimos previamente fue un fiasco millonario.

En su momento fue divulgada la elevada cifra que el cafetero Jorge Luis Pinto ganaba como director técnico de la bicolor. Todo para ser humillados en múltiples ocasiones, y una vez más sólo recordar como éxito lo que sucedió hace más de tres décadas en España.

Hoy, varios meses después, Jorge Luis se fue, y todavía la federación no da luces de quién será el nuevo estratega. Se barajan varios nombres, algunos carísimos, pero continuamos en ascuas.

Honduras sigue a la espera de volver a ser un grande en CONCACAF y merecer siquiera competir en los torneos más importantes. No podemos seguir hundidos en el sueño de una selección como la del 82’. Tenemos que volverlo realidad. Pero primero, por lo menos selecciones un mandamás deportivo.



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