Un sueño demasiado bueno para ser cierto
Soy ciego. Soy ciego y
un día tomé mi bastón, me puse mi uniforme y mis zapatillas favoritas, y
emprendí un viaje kilométrico en un cómodo y espacioso bus hacia mi centro
escolar. Era mi primer día de colegio. En el camino todas las personas que me vieron me saludaron muy amablemente.
Estaba realmente
emocionado, cómo no recordarlo. Cuando llegué la directora de la institución me
dio a mí y a mis compañeros una cordial bienvenida, y en la ceremonia inaugural
del año académico, procedió a presentar a cada uno de los docentes.
Me sorprendí, hasta
donde pude contar, eran más de 25 profesores y según detallaba la máxima
autoridad, todos ellos habían sido adiestrados para tener la especialización en
educación a personas con discapacidad.
Luego, cada maestro guio muy amablemente a
cada uno de sus pupilos al aula correspondiente. Al no más ubicarnos en
nuestros pupitres, nos pidió que verificáramos que en la parte inferior de la
silla, estuvieran los cinco libros, las dos libretas, y un paquetito especial
donde venía una regleta y un punzón, los utensilios que necesitamos los que no
vemos para poder escribir en braille.
Cada vez estaba más asombrado con ese lugar,
ahora me daba cuenta que los libros estaban en casi perfecto estado, hasta
olían a nuevos. Según pude palpar, en la
esquina inferior derecha de estos materiales, se leía claramente que éstos eran
otorgados por el gobierno de la república. Mientras hacía esto, el profesor se
dirigió a mí y me dijo que prestara atención porque íbamos a escuchar unos
audiogramas.
Sí, en ese centro
teníamos hasta cintas que nos hablaban acerca de temas específicos y nos
ayudaban con la comprensión y para reforzar lo que el catedrático nos enseñaba.
¿Pueden creerlo? En unos instantes, me distraje tanto con la clase de música
que ni cuenta me di cuando sonó la campana para ir a receso.
Estaba hambriento, no
comía desde ayer, pero ya me habían comentado que allí nos daban una merienda.
Ansioso salí, tomé una manzana y una cajita de cereal y me fui a la cancha de
fútbol, para así dar unos mordiscos y luego jugar.
Estaba a punto de masticar mi primer bocado,
cuando sonó un timbre. Era mi gallo, sí, mi alarma. Me desperté. Todo aquello
lo había soñado.
Claro, era demasiado
bueno para ser cierto. ¿Desde cuándo en mi país se han preocupado por darnos a
los discapacitados un sistema educativo de calidad?
¿Desde cuándo la gente aquí es tan amable con nosotros?
La verdad es, que ustedes no lo saben, y quizá no lo habrían notado, pero yo no soy ciego. Mi nombre es Jonathan Godoy.
Y es que saben algo? Un ciego puede pararse a hablar frente a cualquier público. Una persona que no ve, puede controlar sus nervios y argumentar acerca del tema que quiera.
Lo de ese sueño, es una realidad que los discapacitados quisieran tener, pero no es ni por cerca la realidad que en Honduras vivimos. En Honduras hemos abandonado a aquellos más vulnerables.
¿Desde cuándo la gente aquí es tan amable con nosotros?
La verdad es, que ustedes no lo saben, y quizá no lo habrían notado, pero yo no soy ciego. Mi nombre es Jonathan Godoy.
Y es que saben algo? Un ciego puede pararse a hablar frente a cualquier público. Una persona que no ve, puede controlar sus nervios y argumentar acerca del tema que quiera.
Lo de ese sueño, es una realidad que los discapacitados quisieran tener, pero no es ni por cerca la realidad que en Honduras vivimos. En Honduras hemos abandonado a aquellos más vulnerables.
Saben, de cada 9
hondureños, uno tiene algún tipo de discapacidad. En otras palabras, son cerca de un millón de discapacitados en Honduras. Y eso, sin contar aquellos,
que aún hoy en día son marginados incluso por sus padres, por lo que los
mantienen escondidos y hasta amarrados en sus casas.
Está de más decir, que
eso es, debido a una discriminación que existe desde el núcleo más importante:
la familia. ¿Por qué se dará eso? Probablemente por la falta de educación. Y siendo
más específico, por la falta de programas de enseñanza y concientización acerca
del trato que debe dársele a éstas personas.
A veces los mismos familiares podrían pensar que no pueden hacer nada más por su retoño que tiene limitaciones físicas y por eso lo dejan segregados de la civilización. Siempre hay algo que se puede hacer, o al menos algo que intentar hacer.
A veces los mismos familiares podrían pensar que no pueden hacer nada más por su retoño que tiene limitaciones físicas y por eso lo dejan segregados de la civilización. Siempre hay algo que se puede hacer, o al menos algo que intentar hacer.
Si la propia familia es el primer ente de separación del individuo, qué se puede esperar de los demás agentes de la sociedad?
Bueno, la respuesta estaría en la consciencia propia de cada persona. Si a usted le nace internamente apoyar a alguien que sabe que necesita su ayuda, entonces usted sí puede hacer la vida más sencilla para aquellos que, por circunstancias de la vida, no la tienen tan fácil.
Existen organizaciones, fundaciones, e institutos que ayudan de diversas formas a este sector desamparado. Lo hacen sin alguna intención de lucro o por llamar la atención de alguien.
Mas sí, sí deberían captar la atención de todos. Deberíamos estar al tanto de cómo funcionan estas entidades y en qué manera, dentro de lo posible, les podemos echar una mano y aportar nuestro "granito de arena".
Es una labor que nos compete a todos, porque somos seremos humanos y vivimos en comunión, sin importar la raza, credo, o ideologías. Debe ser de nuestra importancia, velar porque nuestro prójimo esté bien.
Sin embargo, éste mundo tampoco se debe a un completo caos. Para algo se han creado las diferentes formas de gobierno en los diferentes países, para que esas cúpulas directrices establezcan un orden en la sociedad y aporten para solucionar los problemas que en cada región o territorio padece.
El gobierno de la república de Honduras es el primero que podría hacer un poco más, ya que es el encargado de velar por los derechos fundamentales de todo ser humano en las zonas limítrofes catrachas.
Pero no, ellos se han desentendido también de la situación y a pesar de que brindan algunas asistencias, no son un desarrollo sostenido.
Además, los fondos destinados a esta área son paupérrimos considerando las grandes necesidades. Y es importante recordar que no todo es dinero; con las mejores intenciones, las entidades gubernamentales podrían hacer campañas de concientización, campañas para fondos, y estar más al pendiente de las carencias.
Los discapacitados por su lado han mostrado que son grandes seres humanos, que están dispuestos a sobresalir en esta sociedad. Han dicho sí a la posibilidad de estudiar y superarse. Y más destacable que nada, usted les verá siendo nobles de corazón con todos nosotros.
Queremos que en
este país no se les margine, y se les brinde oportunidades. Imploramos
porque nos ayuden a salir adelante, dejando atrás esa marcada indiferencia.
Sabemos que tienen mucho potencial y mucho para dar, y no debemos olvidarlos. Queremos
poder darles tan siquiera una pizca de lo que ocurría en el sueño que conté. Recuerden
que todos somos humanos, y ellos también somos personas. Gracias.
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