La Capital: Viviendo entre Basura



En el año 2013, un camión gigantesco denominado BelAZ 75710 ganó el récord Guiness al camión más grande del mundo. ¿Su peso? 810 toneladas. Ahora adivine usted, cuántas toneladas de basura botamos los capitalinos diariamente. Sí, pensó bien: 810 toneladas.

Es terrible transitar, ya sea en vehículo o a pie por las calles de Tegucigalpa y Comayaguela. Las cantidades de basura que se miran las calles, aceras, y en los lugares más escondidos es exagerada.

Las noches frías en el distrito central se ven “adornadas” por acumulaciones enormes de basura. Estas mismas, sólo sirven para que los perros y otros animales callejeros se zambullan entre todos los desperdicios en búsqueda de algo que comer.

Además de lo visualmente negativo que resulta esto para los transeúntes y los habitantes de las casas cercanas a donde se forman los bultos de basura, también lo es para nuestros visitantes de otras ciudades, y peor aún, países.

Los olores fétidos es otro de los efectos adversos de esta problemática.

Aparte de las calles y aceras, algunos individuos también utilizan casas abandonadas y solares baldíos para arrojar los despojos. En muchas ocasiones esa basura va acompañada de líquidos y permite la generación de criadores de mosquitos y zancudos que provocan enfermedades mortales para los hondureños.

Uno de los peores aspectos producidos por los malos hábitos de los hondureños es el taponamiento de los espacios que desembocan en las alcantarillas, ya que al ocasionarse una obstrucción en esas entradas, el agua lluvia se aglutina y provoca inundaciones.

Esas inundaciones han provocado hasta la muerte de compatriotas, y todo, por no tomar una costumbre positiva de depositar la basura en su lugar.

Un claro ejemplo de esta situación es cuando ocurrieron los huracanes FIFI en 1974, y el más devastador de nuestra historia: el Mitch en 1998.  Entre ambos desastres naturales ocasionaron la muerte de más de 28,000 paisanos. Claro está, no es que la basura fuera el principal detonante de las tragedias, pero quizá los desbordamientos de agua habrían sido algo más leves y por lo tanto habrían sido menos las mortalidades.

Algo importante a considerar es la pobre participación de la alcaldía municipal en solucionar esto. En este municipio, sólo hay un contenedor de basura por cada 4,250 personas.

Y ante la ineptitud, o la falta de iniciativa de esa sección de gobierno, los ciudadanos y aldeanos toman la decisión carente de ideas propias de crear tiradores por doquier para evitar cargar con un objeto desechable.

Las leyes en nuestro país establecen que los contenedores de basura no pueden estar frente a centros escolares, centros de salud y casas de habitación, pero ante la limitada cantidad que hay distribuidos en otros lugares, siempre se llena de desechos en los lugares que es más vital que estén limpios.

Pensemos bien en todos los efectos de la basura, por nuestro bien, por el bien de nuestra familia y compatriotas. Por nuestra salud.

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