Verdades Incómodas: El sueño nórdico
El sueño nórdico
Jonathan Jared Godoy Núñez
A sólo unos días de ser
juramentado como nuevo ministro de educación, Marcial Solís se atrevió a
comparar, a cierto modo, el sistema de enseñanza finlandés con el hondureño.
Qué osadía.
Aquella declaración hacía alusión
a la falta de pupitres en las escuelas públicas del país. Más precisamente el
déficit es de 600,000 sillas. Según la secretaría de Educación, la matrícula a
nivel nacional es de una cifra que supera escasamente los 2 millones de
estudiantes. Eso nos indica que alrededor del 30 por ciento no tienen un lugar
donde sentarse.
Lo expresado por el secretario es
una clara representación de cómo los funcionarios tienden a burlarse de las
carencias que el país tiene; una clara bofetada a los niños y niñas, y jóvenes
de Honduras, que, aún con esas personas al mando, buscan ser el futuro de la
nación.
Es difícil creer en la
prosperidad, cuando los que tienen las facilidades para apoyar las
problemáticas más graves, quieren pintarnos una realidad fantástica,
igualándonos al país que según la universidad de Harvard, está posicionado en
el primer lugar mundial de educación.
Irrisorio es que se considere que
la ausencia de un asiento es una práctica que nos asemeja al primer mundo,
cuando esa es sólo una de las falencias que tenemos.
Los
centros educativos son un espejo de la forma de vida del hondureño promedio.
Techos impropios por donde se filtra el agua, pisos de tierra, y una ausencia
de material didáctico son nada más algunas de las complicaciones.
En
el tema de los docentes, vemos cómo nuestro sistema de educación ve a un mísero
docente atender a cuatro, o hasta seis grados. No, mísero no porque sea
extremadamente pobre, aunque a veces así sea también, pero porque tiene que
cumplir con las labores que deberían recaer en múltiples personajes más.
Por
otra parte, los demás problemas de la sociedad hondureña también inciden en la
educación de nuestro pueblo. Aun en la máxima casa de estudios, que es nuestro
inmediato y mas digno representante internacional, se ven muchos conflictos.
Entre ellos por ejemplo, la constante delincuencia que se presenta en las
propias instalaciones.
Triste,
sí, saber que los alumnos y sus padres hacen sacrificios para adquirir el pan
del saber y no pueden recibir las cátedras siquiera de forma segura.
El
máximo responsable de solucionar esas dificultades es el estado, pero lejos de
proveer salidas o soluciones, quita lo poco que se tiene. De 2011, a 2015, el
estado redujo el presupuesto para educación en más de 5%.
Lejos
estamos de tener tecnología, maestros de punta que se mantengan en capacitación
y sean remunerados adecuadamente, mientras todo aquel que desee salir adelante
lo hace con el material didáctico propicio y en las instalaciones correctas.
Finlandia, cómo te añoro.
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